lunes, 14 de octubre de 2013

Cromañón: Chabán agoniza en un hospital

Entre recuerdos de Cemento y visitas de músicos, pasa sus últimas horas en estado de semiconciencia

Acorralado. Chabán, en 2009, durante el juicio por Cromañón.
"Chabán atraviesa los ultimos momentos de su vida", dice el informe del Cuerpo Médico Forense que tuvieron en cuenta los miembros del Tribunal Oral 24 para concederle la prisión domiciliaria necesaria para recibir la atención médica que su cuadro requiere. Omar Chabán padece linfoma de Hodgkin estadio IVB y, según los peritos, tiene altas posibilidades de evolucionar de manera desfavorable "en el corto tiempo". "El cáncer se encuentra diseminado", indica el informe, "comprometiendo a órganos extraganglionares; y se diseminó hasta ganglios linfáticos, en el pulmón, hígado y médula ósea".
Chabán pesa hoy menos de 50 kilos y no se puede valer por sus medios. Su estado es irreversible.
El 20 de diciembre del año pasado, el ex gerenciador de República Cromañón esperó al camión del Servicio Penitenciario (SPF) en el Palacio de Tribunales. Llevaba una bolsa de supermercado con las obras completas de Michel Foucault y un bolso con ropa y elementos de higiene personal. Se había mentalizado para cumplir la condena a diez años y nueve meses de prisión por la tragedia en la que murieron 194 personas. La Cámara Federal de Casación Penal había ordenado ese día la inmediata detención de todos los condenados por el estrago. Chabán y Raúl Villarreal se presentaron espontáneamente en la alcaidía. En el trayecto hacia el penal fueron subiendo los demás: Elio Delgado, Maximiliano Djerfy, Juan Carbone, Daniel Cardell y la ex funcionaria Fabiana Fiszbin.
Desde que llegó al Complejo Penitenciario de Marcos Paz, Chabán no pasó un solo día en una celda. Apenas pisó el penal, fue derivado a la enfermería. Según dijeron las autoridades del SPF, se había descompensado. Con el transcurso de los días, empezó a tener fiebre muy alta y a comer cada vez menos. Seis meses después, había perdido 17 kilos y le costaba hilvanar un relato. "Después de mucho insistir autorizaron a que se le hicieran estudios fuera del penal", cuenta Horacio Etcheverry, su abogado. El cuadro había empeorado de tal forma que, a principios de junio, el mismo servicio penitenciario impulsó la internación externa. Lo sacaron en una ambulancia con fiebre y en bermudas, suponiendo que se había contagiado tuberculosis en la cárcel, como otros presos.
Después de peregrinar por dos hospitales, terminó en el Santojanni. El diagnóstico fue tuberculosis miliar. "Le dieron una medicación para la tuberculosis pero se lo diagnosticó mal y se le destruyeron las defensas. Por eso, ahora no resiste la quimioterapia que necesita para combatir el cáncer", cuenta Analía Fangano, la abogada que defendió a algunos miembros de Callejeros. "Además, en el mismo hospital recibió un trato degradante y golpes por parte del personal penitenciario."
En la cama ubicada en una habitación del segundo piso del hospital, Chabán recibe todos los días transfusiones de sangre y de plaquetas, mientras alterna momentos de lucidez y de delirio en los que vuelve una y otra vez sobre su pasado como promotor del under porteño. Acostado en su cama, suele hablar sobre la noche en la que se pinchó el brazo y escribió con sangre en la pared de Cemento "Omar Emir Presidente". Habla de la difícil relación con Luca Prodan y aquellas mágicas presentaciones en el Café Einstein a comienzos de los 80, cuando la efervescencia del under porteño se condensaba en los shows que él organizaba con Sumo, Soda Stereo y Los Twist. "Cuando los adolescentes estaban tirados y solos en la calle, o las banditas de rock no juntaban más de diez personas, ahí estuve yo, durante veinticinco años, dándoles la oportunidad de ser artistas, de expresarse, de sentirse valorados", suele repetirles a los amigos que se acercan a verlo.
Por los pasillos del segundo piso del Santojanni caminan sus hermanos Yamil y Fátima, los colegas del mundo del arte, la incondicional Katja Alemann y músicos como los integrantes de La Renga, que hicieron cadenas para pedir donaciones de sangre. Sin tener conciencia de la gravedad de su enfermedad, Chabán se pierde entre los recuerdos de los tiempos en los que Cemento fue la gran cueva del rock de nuestra época y la incandescencia de la escena todavía no se había prendido fuego en Cromañón tragándose tantas vidas.

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